Héroes. Lectura positiva del día negro de Galicia

manos

Máis amor. Rosa Cedrón

Cuando era niña, una madrugada de verano, nos despertamos en casa de mis abuelos con un susto difícil de olvidar. Me levanté de la cama y los vi corriendo de un lado a otro, con mantas y cubos de agua. Nos prohibieron salir, pero por la ventana pudimos ver que todos los vecinos habían salido de sus casas a sofocar el fuego que amenazaba a una familia del pueblo.

Aquel fue mi primer contacto con ese lado del ser humano que todos tenemos y que podemos ver con claridad en estados de emergencia. Recuerdo el sentimiento de admiración al ver llegar a mi abuelo, en calzoncillo largo y camiseta, con la cara negra, la expresión desencajada por el esfuerzo, quizás también por el miedo… Probablemente, en ese momento, ya era consciente del peligro tan grande al que acababa de exponerse.

De repente, se nos olvida todo lo malo que nos puede pasar a nosotros mismos, priorizamos la seguridad del prójimo, no somos conscientes del peligro que podemos correr, poniendo a otros a salvo. Es una emoción primaria, unos cuidamos de otros, como si todos fuésemos parte de una inmensa familia, pero solo lo mostramos cuando las circunstancias nos obligan a dejar de lado el orgullo, las rivalidades, la vergüenza, el egoísmo, y tantas cosas que anteponemos a nuestra verdadera intención, la de preservar la seguridad de todo el que nos rodea, cuando en menos de cinco segundos, sucede eso que estadísticamente, no te iba a tocar a ti…

Es cierto que los gallegos somos conocidos por nuestra generosidad, y de valientes que somos, hasta el diccionario nos toma por tontos (también se lo decían a Sancho) pero no somos los únicos que reaccionamos así ante una catástrofe. En el 11M, todo Madrid se volcó con los afectados, cuando sucedió lo de las Torres, gente anónima acudía en masa para ayudar en lo que podía, al igual que en Japón, y en cualquier otro punto del mundo. Todos reaccionamos de la misma forma, de una forma ejemplar.

Os imagináis cómo sería si actuásemos normalmente como lo hacemos en esos momentos? Si nuestra verdadera preocupación es el bienestar y la seguridad de los demás, por qué no lo mostramos a diario? Por qué nos escondemos detrás de una máscara que nada tiene que ver con nuestro interior, con lo que verdaderamente nos motiva?

Esta es la lectura positiva que yo saco de la terrible oscuridad en la que todos nos quedamos el miércoles 24 de julio de 2013. Jamás olvidaremos ese día, pero al menos, que nos valga para recordar que todos llevamos a un héroe en el interior, que solo espera a ser necesitado para salir y demostrar que el ser humano es valiente, bondadoso y generoso. Saquémoslo antes de ser necesario, y veamos qué ocurre!

Por todos ellos